miércoles, 24 de febrero de 2010

intro: estar-en-el-mundo y estar-en-casa

No he podido poner esto como un link a un archivo. la próxima les prometo ver cómo se hace eso. por lo pronto esto deberá bastar. les dejo lo que me gustaría que revisaran para mi próxima exposición. está corto.

Introducción: el estar-en-el-mundo y el estar-en-casa

A lo largo de la extensa evolución del pensamiento de Martin Heidegger, existe una cuestión que a pesar de ir formulándose de distintas maneras y a pesar de recibir ora una respuesta y ora otra, no obstante puede ser recogida en términos generales bajo la pregunta de si el hombre está esencialmente en casa o no en el Ser. Richard Capobianco, quien trata del tema de la relación primordial del Dasein con el Ser, lo expresa de esta manera: “Is Dasein primordially –that is, at the very core of its being- “at home” or “not at home” in Being?” La presente investigación intentará dar respuesta a esta pregunta yendo de la mano de tres textos tardíos de Martin Heidegger: “La cosa”, “Construir, habitar, pensar”, y “… ‘poéticamente habita el hombre’…”. No obstante, antes de poder emprender el camino se hacen necesarias ciertas aclaraciones introductorias.
En la pregunta de si el hombre está en casa en el ser, se parte necesariamente del inmediato dato fenomenológico de que, en primer lugar, existimos; y, en segundo lugar, ese existir nos viene dado en cada caso inmersos en un mundo. A diferencia de otros pensamientos, el de Heidegger jamás pone en cuestión ni la existencia propia del hombre ni la del medio del que se reconoce integrante, sino que más bien ambos son la evidencia dada que toma como punto de partida, no sólo para dilucidar la pregunta de si el Dasein está en caso o no en el ser, sino incluso como apertura de un horizonte de comprensión para la pregunta misma que interroga por el sentido del ser. Ahora, es imprescindible distinguir desde el inicio de esta investigación entre el estar-en-el mundo, como modo de ser del Dasein, y el estar-en-casa como manera en que puede manifestarse o no dicho modo de ser o constitutivo ontológico. El estar-en-el-mundo y el estar-en-casa son determinaciones que atañen a un mismo ente: el hombre; sin embargo, cada uno constituye un nivel distinto de determinación ontológica y debe ser comprendido en su especificidad. Perdonando de momento un laconismo extremo, puede señalarse que el primero opera directamente como modo existencial del hombre, es decir como modo en que su ser es desplegado en su existencia. El segundo, en cambio, se juega como una posibilidad que puede o no advenir en dicho modo existencial y que puede o no, por tanto, terminar permeando y dando forma al modo de ser del hombre. El estar-en-el-mundo es pues una noción mucho más fundamental en la ontología del hombre, y debe ser examinado antes de proceder al análisis del estar-en-casa. Efectivamente, para poder hacer verdaderamente inteligible la pregunta acerca de si existe una pertenencia al modo del hogar en el caso del hombre y su relación con el ser, y para poder en dado caso llegar a responderla, es necesario partir del hecho de que el estar-en-el-mundo constituye una de las estructuras fundamentales del hombre. Pero todo esto pide un tratamiento un tanto más detenido.
En la primera parte de Ser y tiempo, Heidegger se esfuerza por dilucidar el carácter y sentido de ese estar-en-el-mundo al que ahora nos volvemos. A la presente investigación no le es necesario recorrer todas las consideraciones y conclusiones ahí alcanzadas, sino que tan solo una visión general del tema –siempre y cuando nos cercioremos de que sea fidedigna- será suficiente para poder introducirnos de lleno en la pregunta que directamente nos incumbe. Revisemos brevemente, entonces, qué es propiamente lo que comprende la noción del estar-en-el-mundo, sobretodo poniendo especial atención a todo aquello que más pertinente pueda resultar en el posterior tratamiento de la pregunta sobre el modo de la relación entre el ser y el hombre y sobre si el primero se encuentra en casa en el segundo o no. El estar-en-el-mundo –sostiene Heidegger- mienta un fenómeno unitario que toca a todo Dasein en tanto tal. Ser-ahí (da-sein) es el nombre que Heidegger emplea para referirse al ser humano (a “ese ser que en cada caso soy yo” ) precisamente porque a todo ser humano ocurre que su ser se le presenta como una existencia inserta en un mundo. Por esta inserción se está entendiendo mucho más que solamente una ubicación fáctica-espacial. Que una cierta cosa –la mesa, por ejemplo, o el libro- esté-en-el-mundo quiere decir sencillamente que dicha cosa se encuentra ubicada dentro de cierto ámbito. Que el Dasein esté-en-el-mundo, empero, quiere decir mucho más que simplemente que el ente Dasein se encuentre ubicado dentro de tal o cual ámbito. Para el Dasein, en tanto éste es un ente de constitución muy peculiar y distinta al resto de los entes, el estar-en-el-mundo no constituye un mero categorial; es decir que no es una mera determinación descriptiva que precisa su relación física respecto al espacio universal. Más bien el estar-en mienta una constitución de ser del Dasein; en otras palabras, es un existencial del mismo, es la forma en que en cada caso se desarrolla su ser. Para comprender a fondo lo anterior es necesario que se tenga en cuenta en todo momento y de manera muy clara que el ser del Dasein le va en su existir. Dicho con otras palabras: el Dasein es aquél ente cuyo ser se juega en su existencia, se despliega y constituye mediante ésta. De este hecho primordial podemos por lo pronto resaltar dos implicaciones. La primera se refiere a la abierta y radical posibilidad que caracteriza el ser del Dasein. No hay una esencia del Dasein si por esencia se entiende una determinación ineludible que de antemano –o a priori- defina lo que el Dasein es. Más bien lo que éste sea se definirá por medio del cómo opere su existencia. Esencia del Dasein, por tanto, sólo es concebible si se da un paso hacia atrás y se piensa como determinación de posibilidad. Lo que pertenece a fortiori al ente que es el Dasein es el jugarse como una posibilidad óntica, y nada más, y nada menos. Segunda implicación que resulta del hecho de que el ser del Dasein se juegue en su existencia es aquella de que en su ser incumbe esencialmente el escenario en que exista, es decir: el mundo. Resuena aquí, por tanto, el linaje etimológico del vocablo ‘ex –istencia’, como ser-fuera-de-sí; ser abierto a algo más.Así pues, arribamos al hecho primordial de que la esencia misma del ente que es el Dasein, su ser esencial, se juega en su existir, en su estar abierto al mundo; en última instancia, pues, en su estar-en-el-mundo. El estar-en-el-mundo es por tanto una estructura fundamental del Dasein; una estructura que además de cierta manera está ya siempre vista por el Dasein de que en cada caso se trate, en tanto que éste, con su ser, está siempre ya dispuesto para la comprensión del ser. El Dasein –continúa Heidegger- está en el mundo porque su disposición ontológica hacia éste es la del cuidado, en el sentido del ocuparse-de. El ser del Dasein opera en su ocuparse del mundo, y sobretodo de ocuparse de sí en tanto abierto al mundo: la famosa Sorge heideggeriana. Nuestro ser se va en nuestra existencia, y esa nuestra existencia es, como ya se ha dicho, un ser-en-el-mundo. De ahí que nuestro ser mismo se presente como un ser-en-el-mundo, y de ahí que dicho estar-en-el-mundo nos marque como determinación ontológica y no meramente óntica. Pero se ha estado hablando del estar-en-el-mundo y sin embargo, aunque se tiene una cierta noción implícita y pre-teórica de lo que es ‘mundo’, seguramente valdría tomarse el tiempo de precisarlo con un poco más de detenimiento. Mundo, según debe ser entendido para comprender a fondo la fórmula de ‘estar-en-el-mundo’, tiene un sentido existentivo fundamental que sin embargo no deja de ser bastante intuitivo: mundo es “ ‘aquello en lo que’ ‘vive’ un Dasein fáctico en cuanto tal”. Esta acepción de mundo es plenamente óntica. Mundo es el medio de entes entre los que y con los que –siempre y cuando esto no se piense en términos espaciales sino ontológicos- el Dasein fáctico desarrolla su existencia. Pensándolo desde otra óptica, resulta igualmente correcto entender por mundo aquello que vulgarmente se denomina como realidad, esto es: manifestación real del ser en los entes, pero solamente si en dicha concepción se piensa ya de suyo presente al Dasein. Digámoslo en términos un poco menos laicos: mundo puede ser tomado por la comunidad de lo real, de todo cuanto es; pero esto sólo aplica si se enfatiza que en dicha comunidad compareciente se encuentra inserto esencialmente como ex -istente el Dasein. Mundo o realidad son por tanto en este sentido la diferencia ontológica de la que Heidegger habla en Ser y tiempo puesta en juego, hecha efectiva. El ser humano –o Dasein- es uno de esos entes que reciben su ser del Ser, uno de esos entes que integran dicha comunidad de lo real; pero no es cualquiera de esos entes. En muchos sentidos mantiene una preeminencia con respecto a los otros entes con los que conforma el mundo. Esto se debe a que “El Dasein es un ente que en su ser se comporta comprensoramente respecto de este ser.” Para aquello que nos ocupa, la preeminencia que importa es aquella que se refiere al hecho de que el hombre, a diferencia de todos los demás entes, tiene la capacidad de preguntarse y dar respuesta acerca de su modo de estar-en-el-mundo, y por tanto también del asunto de si este último se manifiesta como un estar-en-casa o no. O lo que es lo mismo: el hombre –exclusivamente entre todos los entes- puede preguntar si está en casa en el ser o no.

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