miércoles, 9 de septiembre de 2009

Proyecto de Tesis Oscar Zapata

Proyecto de Tesis Oscar Zapata

Mando el proyecto de tesis después de las correcciones pertinentes. Es sólo un esbozo que sería pertinente discutir en clase. Algunas partes parecen no argumentadas debidamente porque es un estracto de un texto más largo. Mi intención es sólo evidenciar los puntos directrices de mi investigación. Gracias

“…¿y para qué poetas en tiempos de penuria?”[1] Se pregunta Heidegger haciendo alusión a los últimos versos de la séptima parte de la gran elegía de Hölderlin Pan y Vino. El texto de Heidegger, titulado de la misma manera que la frase citada, pertenece a una conferencia pronunciada en memoria del veinte aniversario de la muerte de Rilke, donde el filósofo trata de evidenciar que Rilke forma parte de la horda de los “poetas en tiempos de penuria” cuyo precursor por excelencia es Friedrich Hölderlin.
La característica esencial que Heidegger ve en la poesía de Hölderlin y posteriormente en la de Rilke reside “en que la esencia de la poesía se torna para ellos en algo cuestionable, porque se encuentran, poéticamente, sobre el rastro de lo que, para ellos, hay que decir”.[2] Aquí salen al encuentro tres cuestiones que utilizaremos para dirigir nuestro análisis. Primero, la poesía de Hölderlin, así como la de Rilke, encarnan la determinación de poetizar acerca de la esencia de la poesía, es decir, el hacer de la esencia de la poesía objeto de poesía. Segundo, la manera de este poetizar no es cualquiera, sino que está determinada “poéticamente”, es decir, con estrecha relación a la poiesis en el más original sentido griego. Tercero, ambos poetas, en su poetizar sobre la esencia de la poesía, andan tras el rastro de “lo que hay que decir”; en efecto, la pregunta es precisamente ¿qué hay que decir?
Hölderlin demanda la época de la conciencia y de la domesticación del espíritu. Los tiempos de penuria no son aún un obstáculo para el jovial Hölderlin que busca mantenerse en el combate del corazón y el espíritu que no se deja doblegar. Los tiempos de penuria son eso: domesticación, apaciguamiento, renuncia a los dioses y la carencia de fundamento. Más aún, el Abgrund simboliza para Hölderlin la falta de experiencia de la pérdida del fundamento. Los tiempos se vuelven aún más indigentes pues el mundo “ya no es capaz de sentir la falta de dios como una falta”.[3]
Pero ¿qué es aquello que el hombre habrá de traer del ocultamiento para ser mostrado? Si los poetas andan tras el rastro de lo que hay que decir, ¿Qué hay que decir? “Su pertenencia a la tierra. Esta pertenencia consiste en que el hombre es el heredero y aprendiz en todas las cosas.” dice Heidegger. Esta pertenencia a la tierra, que el contexto de la obra de Hölderlin es la intimidad, acontece como creación (poiesis) de un mundo. La manera en la que el hombre hace patente su estar en el mundo es, paradójicamente, desde la creación de un mundo. El modo de ser distintivo del hombre es poiesis; es creación de un mundo desde el modo que el hombre se encuentra en el mundo, a saber, como existencia.
Al principio decíamos que Heidegger consideraba a Hölderlin como el “poeta de poetas” porque su obra encarnaba la determinación poética de poetizar acerca de la esencia de la poesía. Pero este poetizar debía ser poiético, es decir, estar relacionado íntimamente con la poiesis en su original sentido griego. La manera en que el poeta puede hacerle frente a los tiempos de penuria es poética (poiética si se nos permite salvar la raíz original del vocablo).
La poesía por momentos parece el juego inofensivo de la imaginación poética; pero en otros se nos revela como la ocupación y la vocación más peligrosa y comprometedora que el hombre puede emprender. La poesía reúne a los hombres en la base de su existencia. La poesía revela la apariencia de lo irreal y de la ensoñación de lo que creemos cotidiano y asequible. Pero al mismo tiempo el poeta toma y nombra por lo que es a la realidad. Esta dicotomía, la ensoñación inocente, y la enunciación del ser, es lo que Heidegger busca evidenciar en la poesía de Hölderlin. La respuesta no está en ninguno de los polos, sino en la capacidad de entender la labor del poeta como la conjugación, la intimidad y la conciliación de ambos quehaceres: “Eso es la vida, y nosotros, los otros, somos ensueños de aquélla”.[4]
La poesía, pues, tiene la doble vinculación: el hacer venir a los dioses a la palabra y nombrarlos; así como nombrar a los entes por lo que realmente son. La poesía resulta el vínculo entre lo divino, lo imperecedero y lo permanente, es decir, el ser; y lo que en apariencia se nos presenta, lo cotidiano, lo perecedero y lo mortal. La instauración del ser en la palabra no es la creación libre de un mundo desde la nada, sino la donación libre y poiética de lo que nos aparece inmediatamente. Es hacer conjugar el mundo de lo divino con el mundo de lo mortal, es recorrer las huellas de los dioses huidos y traer a la presencia lo que oculto se nos aparece. Es traer al ser a la presencia, es des-velar el ser del ocultamiento. Por eso dice Heidegger: “Así, la esencia de la poesía está encajada en el esfuerzo convergente y divergente de la ley de los signos de los dioses y la voz del pueblo”[5]. La instauración de un mundo y del ser a través de la palabra no precede a la existencia de los entes. De lo que se trata es de hacer asequible el ser de los entes a la humana existencia: des-velar el ser de lo que nos aparece oculto.
Por eso es que el hombre habita poéticamente esta tierra, porque necesita de la des-ocultación del ser para comprender a todo lo ente en su manifestación esencial y luminosa. Hölderlin le hace frente al llamado de los dioses e instaura un tiempo nuevo: el tiempo de los dioses huidos y del dios que vendrá. Hace irrumpir la temporalidad en el devenir de la existencia humana. Hölderlin anda tras la huella de los dioses huidos y vaticina al dios que vendrá: hace de la historia el fundamento esencial de la existencia humana y asume la esencia como historicidad. Comprendámoslo bien: el ser ha dejado de ser la figura inmutable de lo imperecedero y ha dado lugar a la temporalidad y la historicidad, pues es el ser que puede ser comprendido, no puede serlo sino desde la humana existencia, desde el Dasein y sus connotaciones de finitud; desde el lenguaje instaurado por los poetas que hacen frente al llamado de los dioses y buscan el fundamento desde la ausencia de él; desde el abismo se confronta la falta de fundamento y se crea una razón de ser.

Bibliografía

“¿Y para qué poetas?” en Heidegger, Martin, Caminos de Bosque, Madrid, Alianza Editorial, 1995.
“Hölderlin y la esencia de la Poesía” en Heidegger, Martin, Arte y Poesía, México, FCE, 1973.
“Carta sobre el humanismo”, “¿Qué es Metafísica?”, “Introducción a Qué es metafísica”, Aclaraciones sobre la poesía de Hölderlin.
Hölderlin, Poesía Completa, Edición Bilingüe, Barcelona, Ediciones 29, Libros Río Nuevo, 2005.
Friedrich Hölderlin, Correspondencia Completa, Intro. y trad. De Helena Cortés Gabaudan y Arturo Leyte, Madrid, Hiperión, 1990.
Heidegger, Martin, El Ser y el Tiempo, México, FCE, 1971.
Barrios manuel, Narrar el abismo, Ensayos sobre Nietzsche, Hölderlin y la disolución del clasicismo, España, Pre-textos, 2001.
Marrades, Julián y Vázquez Manuel, Holderlin, Poesía y pensamiento, España, Pre-textos, 2001.
Remo Bodei, Hölderlin, la filosofía y lo trágico, Madrid, Visor, 1990.
Allemann Beda, Heidegger y Hölderlin, Buenos Aires, Fabril editora, 1965.
Carlos Masmela, Hölderlin, la tragedia, Buenos Aires, Signo, 2005.
[1] “¿Y para qué poetas?” en Heidegger, Martin, Caminos de Bosque, Madrid, Alianza Editorial, 1995, p. 199.
[2] Ibid., p.238
[3] “¿Y para qué poetas?” en Heidegger, Martin, Caminos de Bosque, Madrid, Alianza Editorial, 1995, p. 199.
[4] “Hölderlin y la esencia de la Poesía” en Heidegger, Martin, Arte y Poesía, México, FCE, 1973, p. 120.
[5] Ibid., p.122.

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