viernes, 21 de agosto de 2009

proyecto de tesis: Alberto Bastard

“Este mundo, el mismo para todos los seres, no lo ha creado ninguno de los dioses ni de los hombres, sino que siempre fue, es y será fuego eternamente vivo, que se enciende y se apaga según medidas."
Heráclito.

El surgimiento de la filosofía en la antigua Grecia marca el inicio de una nueva era en la historia de la humanidad, particularmente de Occidente, al romper con una explicación mítica del mundo. Si bien ambas explicaciones, la mítica y la filosófica, tratan de develar la verdad del universo y por ende de la naturaleza humana, la manera en que lo hacen es distinta. Mientras el mito usa la imaginación para narrar historias ficticias y se vale de la memoria colectiva, la filosofía vendrá a destacar la importancia de la razón y de una explicación racional del mundo mediante la observación de las cosas de la naturaleza, misma que causa thauma en el hombre. Este thauma causado por la observación de la naturaleza, llevará a los primeros filósofos griegos a cuestionarse sobre un origen, un principio de todas las cosas, tal principio que da unidad a lo múltiple que se nos presenta. Las respuestas son variadas y van desde elementos naturales y materialistas (el agua, el aire, el fuego o los cuatro elementos juntos) hasta explicaciones de cuestiones metafísicas (el Nous, el Ser, los números).

Tales respuestas a la pregunta por el arjé de la naturaleza (physis), surgen de la concepción que el antiguo hombre griego tenía de la divinidad. Desde la época del mito en Grecia, los dioses, para el hombre griego, no están en un más allá, en otro mundo, sino que son, junto con los hombres, parte del universo, del cosmos. El hombre griego, si bien no temía a los dioses, sí los respetaba, y ese respeto se trasladaba también a los fenómenos naturales que de los mismos dioses venían. Así pues, el hombre griego veía en la naturaleza a la divinidad manifestándose, y tras darse cuenta de esto, los primeros filósofos plantearán sus ya conocidas respuestas acerca del arjé de la naturaleza. Este mismo hecho, de concebir a la divinidad dentro de la misma naturaleza –sin caer en lo que más adelante se llamará panteísmo-, hará que el hombre griego tome conciencia del devenir del mundo, del cambio, de lo voluble de la naturaleza y el universo. Y un ejemplo claro de esto, es el mismo Heráclito, a quien pertenece la famosa cita que abre mi presente ensayo.

Sin embargo, esta concepción del mundo se perderá al transcurrir del tiempo, primero con Platón y posteriormente, de forma aún más radical, con el cristianismo, ya que sus respectivas visiones hacen una separación de dos mundos: el verdadero y más allá –el mundo de las Ideas para Platón, el Paraíso para el cristianismo-, y este mundo que es mundo de sombras, un mundo degradado –o “un valle de lágrimas".

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Pero en el seno de esta escisión, surge uno de los filósofos más importantes que vendrán nuevamente a afirmar la vida, la verdad de este mundo rescatando la idea de una divinidad que se nos manifiesta en el devenir eterno: Hegel.

La Fenomenología del espíritu de Hegel nos ha mostrado el recorrido que la conciencia universal ha hecho hasta llegar al máximo conocimiento de sí, es decir, al saber absoluto. En este sentido, pareciera haber en la historia, para Hegel, un fin al cual llegar, tal fin, según sabemos, es la libertad del espíritu y por tanto, del hombre, en donde el espíritu se hace manifiesto. Pareciera pues, también, que una vez realizado este fin, la historia termina y ya no hay más que contar. Por lo tanto, pareciera ser la historia, una historia lineal que tiende a la realización de dicho fin. Habrá que recordar que el espíritu está contando su recorrido, su historia, ya desde el saber absoluto, o sea, desde una posición en la que ha encontrado una verdad de sí mismo, qué verdad sea esta, será uno de los principales temas de mi tesis.

Así mismo, cuando escuchamos que el fin del espíritu es el saber absoluto, nos escandalizamos, pues estamos presuponiendo que ese saber, que ese saber de lo absoluto, es un saber de aquello que esta fijo, de aquello inmutable e imperecedero.

Las preguntas que surgen al respecto son: ¿realmente ese absoluto del que habla Hegel es algo fijo? Si no lo es, ¿puede hablarse entonces de una historia lineal en donde nada se repite eternamente? Y si la historia no es lineal, entonces ¿hay realmente un fin al cual se tiende?

Analizaré pues, los dos últimos capítulos de la Fenomenología, los cuales son los más complicados de comprender, pero también –en mi muy particular punto de vista- los más interesantes: “la Religión” y el “Saber Absoluto”, intentando dar respuesta a las cuestiones anteriores, respuestas que considero, se hallan precisamente en esa última parte de la Fenomenología. Y es que es aquí, en esta parte, donde el espíritu –como veremos- ha logrado “aparentemente” la máxima conciencia de sí, se ha conocido a sí mismo como espíritu. Pero en este conocimiento de sí, en este saber absoluto, el espíritu se ha dado cuenta de algo. ¿De qué? Es justo lo que intentaré explicar. También estaré visitando las obras hegelianas Ciencia de la lógica y Enciclopedia de las ciencias filosóficas, necesarias para una comprensión más profunda de la ontología que nos presenta Hegel.

Intentando separarme de la clásica y predominante interpretación materialista y neokantiana de Hegel -que llevó a grandes críticas por parte de Nietzsche-, analizaré temas de suma importancia como la muerte de Dios y el significado del trabajo de lo negativo en la dialéctica, destacando la idea de una trascendencia inmanente, de un eterno retorno y de la afirmación del devenir. La intención de mi trabajo es analizar como se rescata esta visión de los antiguos griegos -principalmente de Anaximandro y Heráclito-, de una divinidad –no ya de un Dios- que se manifiesta en la naturaleza, en el mundo, y que trae a colación la afirmación de la vida y el devenir, la afirmación de un mundo que se presenta como un fuego eterno.


BIBLIOGRAFÍA:

Lecturas realizadas:

HEGEL, G. W. F., Fenomenología del espíritu, FCE, México, 1966.
HYPPOLITE, Jean, Génesis y estructura de la Fenomenología del espíritu de Hegel, Península, Barcelona, 1974.
NANCY, Jean-Luc, Hegel. La inquietud de lo negativo, Arena libros, Madrid, 2005.
NICOL, Eduardo, La idea del hombre, FCE, México.

Lecturas a realizar:

VERNANT, Jean-Pierre, (et. al.), El hombre griego, Alianza, Madrid, 1995.
HEGEL, G.W.F., Ciencia de la lógica.
--------------------, Enciclopedia de las ciencias filosóficas.
--------------------, Lecciones sobre la filosofía de la historia universal, Madrid, Alianza, 1999.
JAEGER, Werner, Paideia, FCE, México, 1957.
MONDOLFO, Rodolfo, El pensamiento antiguo. Historia de la filosofía greco-romana. Desde los orígenes hasta Platón, Losada, Barcelona, 1974.
----------------------------, Heráclito, Siglo XXI, México, 1966.
Kirk, Raven y Schofield, Los filósofos presocráticos, Gredos, Madrid, 1987.
ZAMBRANO, María, El hombre y lo divino, FCE, México.


(Pues a recibir críticas, comentarios, sugerencias, etc.)

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